Al principio nada llega, en medio nada perdura, al final nada se va

Quien siempre se cree UNO, nunca será capaz de separarse de sus propios elementos indeseables. Considerará a cada pensamiento, sentimiento, deseo, emoción, pasión, afecto, como inmodificables, de su propia naturaleza y hasta se justificará ante los demás diciendo que tales o cuales defectos personales son parte de su carácter…
Meditar es el arte de parar y observar los pensamientos, emociones e imágenes que nos apartan del momento presente.
Para ello debemos apaciguar la mente para calmarla hasta llegar a gobernarla; tenemos que hacernos conscientes de que estamos sumergidos en nuestros pensamientos  y debemos convertirnos es espectadores de los mismos.
Mediante la meditación se adiestra, se desarrolla y se cultiva la mente, con lo que no sólo se consigue serenidad, sino también sabiduría.
La meditación libera la mente de un sufrimiento inútil generado por los pensamientos. Estos siempre se debaten entre los tres tiempos: pasado, presente y futuro. Constantemente la mente lucha reprochándose lo que pasó, cuestionándose el “y si hubiera hecho…” cuando eso ya es imposible. O planeando un futuro incierto, inexistente.
Gastamos demasiado tiempo planeando cosas, hechos y situaciones que después transcurren de una forma totalmente distinta a la que habíamos imaginado.
Y el presente, ¿Qué pasa con el presente?  Pues que nos lo perdemos. Que no lo vivimos y mucho menos lo disfrutamos.

Al principio nada llega, en medio, nada perdura, al final, nada se va.


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