Meditar es el arte de parar y observar los pensamientos,
emociones e imágenes que nos apartan del momento presente.
Para ello debemos apaciguar la mente para calmarla hasta
llegar a gobernarla; tenemos que hacernos conscientes de que estamos sumergidos
en nuestros pensamientos y debemos convertirnos es espectadores de los
mismos.
Mediante la meditación se adiestra, se desarrolla y se cultiva la
mente, con lo que no sólo se consigue serenidad, sino también sabiduría.
La meditación libera la mente de un sufrimiento inútil generado por
los pensamientos. Estos siempre se debaten entre los tres tiempos: pasado,
presente y futuro. Constantemente la mente lucha reprochándose lo que pasó,
cuestionándose el “y si hubiera hecho…” cuando eso ya es imposible. O
planeando un futuro incierto, inexistente.
Gastamos demasiado tiempo planeando cosas, hechos y situaciones
que después transcurren de una forma totalmente distinta a la que habíamos
imaginado.
Y el presente, ¿Qué pasa con el presente? Pues que nos lo perdemos.
Que no lo vivimos y mucho menos lo disfrutamos.
Al principio nada llega, en medio, nada perdura, al final, nada se
va.
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