Lo primero es el choque. Explicado en simple, en el caso de las
mujeres nos levantamos una mañana y nos damos cuenta que ya la coloración “tono
sobre tono” o “las mechitas” no sirven para cubrirse las canas, que se requiere
química dura para disimular el paso de los años, que por lo demás se podrá “tapar”
pero nunca revertir.
La negación
Entonces, nos empezamos a sentir más viejas, pero ahí viene la
segunda etapa: la negación. He escuchado mujeres afirmar con orgullo, “si yo todavía uso los mismos chalecos de
cuando estaba en la universidad”, claro, como si eso fuera garantía de
eterna juventud (o como si el tejido no estirara para adaptarse al cuerpo).
Pero basta un día, una carrera para que no cierren el banco o para alcanzar un autobus,
para caer en la depresión, la tercera etapa de la crisis de la edad.
“Antes corría los 10 km. y ni me cansaba”, en muchos casos eso puede
ser una mentira, pero hay cierta realidad, nos damos cuenta de que el cuerpo no
es lo que era…como dice Neruda, “…nosotros
los de entonces ya no somos los mismos…”y ahí nos enojamos, cuarto nivel de
la crisis.
Precisamente, ese sentimiento negativo hace que nos movilicemos en
muchos casos. Si lo que nos dio rabia fue un rollito en la cintura, comenzamos
con la rutina de abdominales (que levante la mano la que haya perseverado más
de una semana en ella) o es más compramos la máquina de ejercicios, que se
transformará en el colgador de ropa más caro de la historia.
Esta etapa es una de la más delicadas, según explica Cathy Meyer, ya
que muchas mujeres manifiestan aquí su resentimiento con los caballeros,
porque postergaron sus carreras en pro de las familias, porque no tienen
trabajos que las llenas o simplemente porque están lejos de ser la adulta que
soñaron ser cuando eran niñas.
Por eso es que hay que tratar de caminar lo más rápido por esa parte
del proceso, en algunos casos sugieren buscar ayuda, en otros, simplemente
trabajar en aceptarse. Porque en la medida que uno se acepte como es, no caerá
en caricaturas como el señor de 80 años y pelo negro o la abuelita de minifalda
de cuero.
Fuente: guioteca.com
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